En busca del POWDER soñado…
Este invierno esta siendo un poco raro… después de un otoño extremadamente caluroso la espera de las primeras nevadas fue un tanto larga. Comparando con la temporada pasada y esperando las mismas condiciones que tuvimos, noviembre nos dejó con mal sabor de boca… las previsiones eran un tanto justas y el puente de la constitución no prometía mucho. Las ganas de “powder” y de estrenarnos ya rozaban la desesperación y como por sorpresa los primeros copos de nieve aparecían como por arte de magia justo para el mismo puente.
Los primeros pateos sirvieron para calentar motores y nuestras manos se frotaban esperando más nieve para las Navidades y así fue… Algunas veces ocurre que las perturbaciones nos llegan acompañadas de fuertes vientos y con el consecuente barrido y pulverización de lo que ha caído.Así que vuelta a empezar y a buscar los rincones escondidos donde se haya podido acumular la nieve, los picos pelados y las pertinentes placas de viento.
Tenemos ganas de acción y la cabeza no para de darnos vueltas hasta que se nos pasa un nombre por la cabeza… Joan! decidido… nos vamos a Verbier.
Día 1 -Llegamos a Verbier
Cuantas veces nuestro colega Joan (Sonadito Sifredi para los amigos) nos había recordado que los Alpes Suizos estaban a nuestras puertas para ser recibidos en su casa. Era perfecto… así que buscamos vuelos económicos con la Swiss Air, que no te cobran por el material de esquí y te plantas en Ginebra en 1 hora y media por menos de 100€ por pasaje. De ahí un tren desde el mismo aeropuerto hasta Martigny, donde Joan nos recoge con su furgo y nos lleva hasta la puerta de su casa en Le Levron, a 20 min de Le Châble en Verbier…
No os voy a contar como es la casa… pero ya os podéis imaginar… es de ensueño. Un pequeño chalet suizo con unas vistas al valle espectaculares. Después de un buen pellizco en el culo nos dabamos cuenta que no era ningun sueño si no que pura realidad.Joan nos puso al día de todas las novedades y nos enseñaba todas las lineas míticas que se veían desde el balcón de su casa, Bec de Rosses, Mont Fort, Mont Gelé…
Pasamos lo que quedaba de tarde explicando las últimas hazañas y planeando el día que nos esperaba en el dominio esquiable de Verbier y Les 4 Vallées…
Día 2 – Les 4 Vallées
Nos levantamos pronto y con un buen desayuno encaramos el dia repletos de fuerzas para lo que nos esperaba. Joan es monitor y guía de esquí, con lo cual prometía un día largo e intenso. Sus habilidades y consejos como experimentado freerider nos iban a servir de mucho para mejorar nuestro estilo fuera de pista y Verbier tiene todo lo que uno necesita para meterse en situaciones extremas y fuera de nuestra zona de confort de una manera controlada, así que armados con nuestros equipos de seguridad (pala, sonda, DVA, botiquin… etc) nos disponíamos a pasar un día emocionante.
Después de pagar unos 70CHF por el pase de los 4 Vallées, subimos por la góndola Le Châble, mucho más comodo para aparcar que en el mismo pueblo de Verbier. De ahí cogimos la góndola de Medran hasta la cota 2.200 en Les Ruinettes y de ahí el funicular Funispace hasta la cota 2.700 en Attelas desde donde se podían contemplar los míticos “couloires” de los “Three Fingers”. Joan nos tenía embobados en todo momento, contándonos la infinitud de líneas que se había bajado por laderas imposibles, aunque ya nos avidaba que este año no era de los mejores en cuanto a nieve, ya que andaban un poco escasos, pero por lo que teníamos nosotros en el Pirineo a estas alturas quí iban sobrados.
Desde Attelas nos pegamos una bajada para calentar hasta La Chaux donde cogmos el Jumbo hasta Col des Gentianes a casi ya 3000m. Aquí empezó lo bueno, un downhill muy guapo por el itinerario de Tortin hasta Siviez. Empalmamos con la góndola de Plan du Fu a 2400m dónde nos esperaba otra bajada de puro freeride que casi nadie había pisado en la zona de Nendaz. Aquí las caídas se repitieron sin cesar ya que andábamos un poco verdes y las rocas asomaban unas tras otras y la cintura no daba para más.
Otra vez en Siviez nos subimos para Combatzeline dónde tomamos el almuerzo ya que las piernas nos flaqueaban y necesitábamos retomar energías. Las vistas desde la terraza del Chalet eran impresionantes!
Greppon Blanc nos estaba esperando! un teleski que te sube hasta los 2700m con una buena bajada esta vez por pista. De ahí tomamos el retorno hacia el sector de Verbier y acabamos quemando los últimos cartuchos fuera pistas desde el Col des Gentianes hasta el mismo pueblo de Verbier.
Ahí no acababa todo… Joan nos tenía preparada una sorpresa para el après-ski. Según él, justo el miércoles había mucha movida y sin sacarnos las botas nos vimos con unas buenas jarras de cerveza en la mano sentados en el “Pub Montfort”. Música en directo y buen ambiente para ponernos a tono y recordar los momentos más emocionantes del día hasta que nos sacaron de la oreja y nos plantamos en el “Farinet”. Aquí el desmadre ya era de alto rango. Musicón en vivo y la gente sin faldas y a lo loco… aun con las botas de esquí puestas, bailando como descosidos y con la cerveza ya en limites considerables. Los chupitos se servían vertiendo el licor sobre las suelas de los esquís que los camareros inclinaban hasta derramarlos sobre las gargantas de los más freaks!
Perdimos evidentemente la góndola de regreso a Le Châble que dejaba de funcionar a las 7:30pm y debimos coger un bus que nos dejaba justo en el parking de la góndola donde dejamos el coche por la mañana. Llegamos a casa derrotados, justo para cenar algo y destilar el alcohol que llevábamos encima… nos fuimos a la cama satisfechos y con una larga sonrisa en nuestras caras y alguna carcajada entre otras cosas.
Día 3 y 4 – Travesía nocturna Lourtier (1.400m) – Cabane Brunet (2.240m)
Estaba claro que la mañana ya estaba perdida por la resaca y los pertinentes dolores de barriga. Un paseo matutino por Le Levron nos ayudó a despejarnos y planear la misión de los dos días siguientes.
El plan era perfecto. Por la tarde íbamos a calzarnos las pieles y emprendíamos una travesía al atardecer pernoctando en una cabaña y a la mañana siguiente deberíamos atacar el Mont Rogneux y seguidamente descender unos 2000m de puro freeriding hasta Loutiers. Joan llamó a la Cabane Brunet para reservar plaza para pasar la noche y sin vacilar preparamos todo el equipo para la misión.
Llegamos a la carretera pasado Loutiers sobre las 16:30h y aparcamos justo en la curva desde donde sale el sendero marcado que lleva a la Cabane Brunet entre un bosque espeso de abetos afilados como lanzas. Para no dar tanto rodeo decidimos coger uno de los atajos que sube derecho por el mismo bosque con pendiente considerable pero la nieve dura y el hielo nos hacen calzar los crampones ya que las pieles no son suficientes para frenar los constantes patinazos. La ascensión fue un tanto dura pero con unas vistas y paisaje espectacular. A medida que ganábamos altura la nieve mejoró de calidad y nos permitió liberarnos de las tediosas cuchillas. La luz tomaba ya notas de color naranja sobre las montañas que teníamos en frente y a lo lejos, en el horizonte, se divisaban enormes nubes de color gris que amenazaban un cambio notable del tiempo. Anochecía y la luz de los frontales empezaba a ser necesaria para trazar la ruta que aun y así era bastante clara por las numerosas trazas que se veían. La temperatura era bastante agradable, apenas hacía frío. La luz de nuestros frontales era suficiente para guiarnos en la travesía que entre risas y algunas paradas se hizo bastante amena hasta que una luz anaranjada y muy tenue se divisaba a lo alto de la cumbre que teníamos en frente. Eso mismo, junto al hambre que teníamos, nos dieron fuerzas para agilizar el paso y llegar a la cabaña.
Los guardas del refugio nos dieron la bienvenida, prácticamente íbamos a pasar la noche solos. Nos ofrecieron cena, cama y desayuno por unos 70CHF y la verdad es que mereció mucho la pena. La cabaña parecía bastante nueva, seguramente por una reforma reciente, y muy acogedora, con un salón confortable y varias habitaciones con camastros y literas. Así pues, después de una gran cena y ver por la ventana como caían los primeros copos de nieve nos fuimos a dormir con la mirada puesta sobre Mont Rogneux.
Por la mañana las nubes grises amenazaban con darnos un día un poco espeso y la ventisca nos avisaba que quizás no era el mejor día para culminar la cima del Rogneux a 3.084m. La leve nevada de la noche había dejado una capa fina de nieve fresca y después del desayuno y ver que el tiempo no nos iba a dar tregua emprendimos la marcha dirección a la cima. Las trazas estaban borradas por completo y eso nos obligaba a abrirlas de nuevo. Joan nos instruía en cada movimiento, ya que su larga experiencia como guía de Heli-esquí, tanto en Canadá como en los Alpes, le avalan para ir con toda confianza tras sus pasos, pero la poca visibilidad y el mal tiempo no nos daban muchos ánimos para llegar a nuestra meta. Así pues, después de ganar unos 500m de desnivel y llegar a un collado decidimos abortar la misión para no correr riesgos innecesarios. La ventisca azotaba de forma considerable y no dudamos en equiparnos para empezar a descender por una de las laderas con nieve abundante y disfrutar de la bajada. Powder del bueno hasta las rodillas nos hacían saltar las lágrimas de emoción. Las vistas eran más que impresionantes y Joan nos guió hasta la línea de abetos para retomar la pista que descendía por medio del bosque hasta que pasados unos 1500m de desnivel llegábamos al coche. Una experiencia más que recordar y que nuestras mentes no olvidarán del valle de Bagnes, en el mismo corazón de Le Valais. La caprichosa cima del Mont Rogneux estará allí esperándonos para otra ocasión, sin duda!
Día 5 – Freeriding en Verbier
Después de roncar a pierna suelta, con nuestros cuerpos entumecidos, amanecía el día un tanto nublado, aunque las expectativas eran de sol con intervalos de nubes. Salimos pronto para subir a pistas y arrancar sobre las 9,30… Contra todo pronóstico y de forma totalmente inédita la temperatura era demasiado alta para la época. El termómetro de Le Châble marcaba 3ºC y la noche pasada había llovido, así que la calidad de la nieve que nos íbamos a encontrar era un tanto dudosa. La verdad es que no tuvimos mucha suerte con las condiciones que nos encontramos en Verbier… Soñábamos con un manto blanco de puro “powder” como en las fotos de los reportajes y los vídeos pero no fue así… Aunque para lo que llevábamos de temporada en los Pirineos esto era redoble de tambores!
Subimos directos con el “Funispace” hasta Attelas pero la mala visibilidad hacía imposible el disfrutar de la bajada, sin ver relieves ni los limites de las pistas. Probamos suerte en Mont Fort, a 3330m de altura para superar la cota de las nubes pero resultó mucho peor… la bajada era un campo de batalla entre “bumps” y nubes, así que bajamos de nuevo a Les Ruinettes ya que parecía que asomaban rayos de sol.
La nieve totalmente transformada no nos dejaba disfrutar como los días pasados. La bajada desde Chassoure a Tortin fue como derrapar en pleno asfalto, así que dejamos las caras norte para buscar algo más decente en las caras sur. Después del Almuerzo no nos podíamos desdedir de Verbier sin hacer uno de los míticos “couloires”. Mont Gelé estaba cerrado y el resto no parecían suficientemente cubiertos de nieve o en plenas condiciones así que decidimos dirigirnos a los “Three Fingers” de Attelas, el “Big One” estaba perfecto, así que nos fuimos directos a pegarle caña. La nieve ni muy dura ni demasiado blanda nos brindó una buena despedida a la salida del corredor, con la adrenalina a tope y con ganas de repetir, eso si, con mucha más nieve.
Día 6 – Come Back Home!
Nos levantamos con nuestro cuerpo magullado pero con una gran sonrisa en nuestros labios… era el día de vuelta y ya satisfechos fuimos a hacer unas cuantas compras a Verbier, a despedirnos de esta maravilla de la Val de Bagnes y luego Joan nos acercó hasta la estación de Martigny, para coger el tren de vuelta a Ginebra, dónde de nuevo Swiss Air nos devolvía a Barcelona con el “backpack” lleno de buenos momentos.
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